Hace unas semanas cambiamos nuestros relojes al horario de verano. Y con ello debemos modificar también nuestros hábitos, para aprovechar la luz solar y reducir nuestro gasto energético.
Empezaremos modificando los hábitos en nuestra vivienda. Debemos ir dejando progresivamente los emisores de calor y dejar que la luz solar entre en nuestra casa el máximo número de horas posible, dejando las persianas abiertas. También es recomendable aprovechar la luz solar de la tarde al máximo, para retrasar el consumo de luz artificial.
La secadora es el electrodoméstico del que podemos prescindir en mayor medida. En este sentido, debemos intentar hacer el grueso de las lavadoras en aquellos días de mayor viento o sol, para poder tender la ropa y que ésta se seque de manera rápida y sin ningún gasto energético. Ahora también haremos un uso menor del agua caliente o necesitaremos una temperatura menor del ACS (Agua Caliente Sanitaria), por lo que podemos bajar la temperatura de trabajo de la caldera a los 50ºC.
En cuanto a nosotros, hay que tener en cuenta que llevamos unos meses de invierno que invitan a quedarnos en casa y existe mayor sedentarismo. El hecho de disponer de más luz solar se debe aprovechar para cambiar estos hábitos. Salir a hacer deporte, con los amigos o simplemente arreglar el jardín o la terraza son actividades al aire libre que podemos realizar.
También nos podemos encontrar con que, con el nuevo horario, nos cueste más dormir por la noche. En este sentido, hay que disminuir el consumo de bebidas energéticas, el café, el té o bebidas alcohólicas, así como cenar algo ligero.
A falta de saber exactamente si el cambio al horario de verano es más un beneficio o un perjuicio para nuestros hábitos, lo que está en nuestras manos es adaptarnos a este cambio y aprovechar al máximo las 16 horas de luz que tenemos de media durante estos meses más cálidos.